[Digitalización: Archivo de Historia Social. Chile,
noviembre, 2010. Fuente: Recabarren. Escritos de Prensa 1898-1924, Tomo IV, págs. 193-196. Editorial Nuestra
América y Terranova Editores. Santiago de Chile, 1987.]
Luis Emilio Recabarren
SOBRE EL PODER
(Selección de tres escritos de
prensa a propósito del Golpe Militar de 1924)
[I]
UN JUICIO SOBRE EL MANIFIESTO DE
LA JUNTA MILITAR[1]
No es culpa nuestra dudar de la
buena intención de los hombres. Fuimos eternamente engañados. Hemos vivido
toda la vida fatigosa y cruel del trabajo con la esperanza de ver realizarse
las promesas que nos hacían nuestros gobernantes.
¡Y nunca vimos cumplirse nada!
Al contrario, paso a paso, hemos palpado y sufrido el empeoramiento de nuestra
situación económica, política y moral.
Por eso hemos gritado en los
últimos años: ¡Sólo el proletariado, con el poder político en sus manos, puede,
hacer la felicidad social!
Y con esta divisa hemos luchado
y seguiremos luchando.
* * *
Pero hoy estamos frente a una
nueva ilusión.
La Junta Militar —el verdadero
Gobierno de la República en los presentes momentos—, ha dirigido al país un
Manifiesto, con fecha 11, que declaramos sin vacilar que merece nuestra amplia
aprobación. Sólo que siempre surge a nuestra mente el aguijón de la duda: si nos
engañaremos una vez más!
La publicación del Manifiesto
—que damos en otro sitio—, aparecida en los diarios de ayer coincide con lo que
hemos publicado en nuestra edición de ayer, propiciando la forma en que debe
organizarse la Asamblea Constituyente.
A partir de este momento, en que
la Junta Militar y nosotros coincidimos en un mismo punto inicial para la labor
fundamental que ha de realizarse hacia adelante, es preciso que el proletariado
organizado, estreche más sus pensamientos y se coloque en un plan de grandes
actividades para marchar a poner en práctica las ideas emitidas en el
Manifiesto de la Junta Militar; cuya realización sería el paso más altamente
revolucionario y de mayor significación verificado en la época que atravesamos.
La Junta Militar declara que
bajo el amparo de su fuerza, entregará al país la creación de su
nueva Constitución, para que en el porvenir, el pueblo, viva conforme a las
nuevas leyes que se, quieren dar.
Si esto va a ser verdad, ¿qué
Constitución y qué leyes fundamentales y esenciales querrá darse al pueblo de
Chile?
El momento actual es totalmente
revolucionario, revolución serena y tranquila, como muchas veces la hemos
soñado, como la entreviera Emilio Zola en "Trabajo"!
¿Quiénes van a dirigir esta
revolución?
¿Quiénes lograrán dirigir las
finalidades de la gran Asamblea Constituyente en perspectiva?
Si el proletariado divide sus
finalidades y sus doctrinas en dogmatismos estrechos perderemos la oportunidad
de ganar esta jornada, que ganada significaría un gran pasó en el camino de la
Revolución Social.
No habremos de hacernos la
ilusión que de esta Asamblea Constituyente vaya a surgir una República
comunista ni anarquista, pero debemos trabajar para que surjan por lo menos los
elementos con que hacerla un poco más adelante.
Por lo tanto, el momento
presente es el más culminante de nuestra historia. Si la Asamblea Constituyente
va a ser una libre asamblea, es el proletariado quien tendrá mayoría
en esa Asamblea, y si el proletariado en mayoría no sabe guiarse, será la clase
capitalista, en minoría en esa asamblea quien gane la partida.
Esta es, pues, nuestra
advertencia.
Y nuestra voz de orden es:
¡Unirse y trabajar! Es decir trabajar creando y dando formas a las ideas que
deben llevarse a la Asamblea Constituyente.
Una de las ideas fundamentales
que deben cristalizarse en la Constituyente es la descentralización
administrativa y legislativa. Por lo tanto, la abolición del parlamentarismo
debe ser un ideal unánime.
¿Sería necesario reemplazar el
parlamentarismo por otra organización? ¿Cuál sería ella y en qué forma
funcionaría?
Un sistema federal se impondría.
Un sistema federal que entregue
a los ciudadanos de las distintas regiones el derecho a trabajar por la
grandeza de cada región.
Así tenemos hoy por ejemplo la
región maderera, esclavizada al capricho de especuladores criminales que dañan
a todos los habitantes.
Independizada esa región
buscaría la manera de progresar y de servir a todos.
El trigo, el pan del pueblo,
está monopolizado también por especuladores extranjeros en complicidad con los
nacionales, etc.
''De creación y no de reacción,
es el momento", nos dice la Junta Militar.
Ayudemos a crear. Cada Consejo
Federal, cada Sección Comunista, cada grupo proletario, ¡ayude a crear!
Si no fuera sincera la Junta
Militar, si factores extraños o surgidos del momento quisieran desviar la
ejecución de las ideas del Manifiesto de la Junta Militar, sea el proletariado,
obreros, empleados, profesores, universitarios, soldados, etc., quienes se
encarguen de llevarlo a la práctica.
A ejecutar el Manifiesto de la
Junta Militar debe ser nuestra acción presente y futura, cueste lo que cueste.
El Manifiesto revela una nueva
generación de idealistas entre los militares de Chile. Exijamos su realización
lisa y llana. No pidamos por hoy la realización de nuestros ideales, exijamos
la realización de esa parte de nuestros ideales, por poco que sea, o que nos
parezca contenidos en el Manifiesto de la Junta Militar.
¡A la labor y a la labor activa,
todos!
Luis E. Recabarren S.
[II]
UN PRECIOSO EJEMPLO QUE SABREMOS IMITAR[2]
Los militares que acaban de
adueñarse del gobierno, que han disuelto el poder legislativo, que han
derrocado los poderes constituidos y que han abolido la Constitución del Estado
y todas sus leyes, NOS DAN UN BUEN EJEMPLO y nos SEÑALAN EL CAMINO y los PROCEDIMIENTOS
que debemos seguir, cuando nuestras aspiraciones no se vean satisfechas ni el
bienestar exista para todos.
Los militares han tomado por la
fuerza el poder en sus manos, para dar a los habitantes de esta nación el
bienestar que la corrupción política gobernante hasta hace poco les había
quitado.
Muy bien. Todo eso merece
nuestro aplauso. Y si la acción del Gobierno militar marcha a realizar su
programa, ese programa, que hemos aplaudido, cooperaremos también con gusto a
su realización, a su perfeccionamiento y a su estabilización.
Pero... ¿y si los militares no
producen el bienestar que nos han ofrecido? ¿Si no cumplen con sus promesas?
¿Si no pueden cumplirlas? ¿Si todo lo hablado por los militares se volviera pura
ilusión, pura literatura y lirismo?
Porque nosotros dudamos de que
se pueda realizar todo lo que nos han prometido los militares! ¡Más que eso
dudamos de que se pueda realizar ni aún una mínima parte!
Sin embargo, de alojar en
nuestro corazón esta duda, creada por los hechos del pasado, hemos cooperado a
la labor de los militares desde sus comienzos, no poniendo ningún estorbo en
sus primeros pasos y seguiremos cooperando hasta el momento en que nos
desengañemos de la posibilidad de esperar del poder militar el bienestar de que
nos hablan.
Bien. Lo que queda claro de todo
esto es lo que siempre hemos aconsejado: Que el proletariado sea una fuerza
capaz de tomar en sus manos el poder, de conservarlo y de crear con ella las
nuevas condiciones de la vida y la nueva organización social.
Pues, si el actual gobierno
militar no puede realizar los propósitos que ha anunciado, si una vez más vamos
a presenciar el fracaso de todo buen propósito, ¿debemos quedarnos con los
brazos cruzados? ¿debemos dejar deshacerse estas ilusiones, debemos conformamos
una vez más con quedar burlados en nuestras aspiraciones?
Los militares nos han dado el
ejemplo: tomar por la fuerza el poder para realizar el programa de bienestar
social, que dicen quiere todo el país.
Tomar por la fuerza el poder si
los militares no pueden realizar el programa que nos han ofrecido.
¡Imitar su ejemplo eso es lo que
debemos hacer!
Y si la opinión pública ha
disculpado primero y aplaudido después a los militares, no tendría razón alguna
para condenar ni para estorbar nuestros futuros procedimientos.
Cuando la Revolución Francesa
finalizaba, sin realizar el bienestar social del pueblo, se levantó la voz de
Babeuff para decir: la revolución no ha terminado, ni debe terminar si no se
realiza el bienestar social de la clase trabajadora. Babeuff después de estas
palabras fue guillotinado!
Ahora nosotros en perspectiva de la
Gran Asamblea Constituyente debemos prepararnos para repetir el pensamiento de
Babeuff y para acompañar con la acción estas ideas en caso de que de hoy en
adelante se nos vaya desviando o se nos burle en las expectativas que estamos
cifrando en el presente movimiento.
Los elementos dirigentes del
proletariado deben estar ya en plena actividad para participar, primero en la
organización de la Asamblea Constituyente, y para estar debidamente representados
después, de manera de poder obtener que el mayor espíritu de justicia y de
razón guíe las labores de esa Asamblea.
No olvidemos que el ejemplo dado
por los militares es precioso.
Para realizar nuestro programa
de justicia social, tomemos el poder en nuestras manos, si los militares no
pueden realizarlo.
Luis E. Recabarren S.
[III]
SIEMPRE ANTIMILITARISTAS[3]
Hemos sido, somos y seremos
siempre antimilitaristas, porque estamos convencidos que el militarismo es la
afrenta de toda civilización, es la carga más inútil y más pesada que soportan
los pueblos, y es la amenaza permanente a todos los derechos.
El militarismo existe sólo para
defender los privilegios que la clase capitalista se otorga a sí misma y para
impedir toda acción con que pretenda mejorarse la clase trabajadora.
El militarismo será siempre la
fuerza opresora con que la clase capitalista explote al pueblo.
Nosotros los obreros organizados
hemos tenido siempre ese concepto y ese modo de apreciar la función
militarista.
Pero hoy en las circunstancias
presentes están apareciendo muchos antimilitaristas de ocasión y de despecho y
de conveniencia.
Todos los politiqueros arrojados
del poder son ahora antimilitaristas y tratan de meterse entre los trabajadores
organizados haciéndose pasar por antimilitaristas y procurando excitar los
ánimos contra el gobierno militar.
Contra estos antimilitaristas
improvisados y de última hora, la clase trabajadora debe estar prevenida y
evitar contagiarse de ellos.
Para nosotros, los comunistas y
obreros organizados, todo gobierno de las clases burguesas será defensor de los
privilegios de la clase capitalista y será el tirano de la clase trabajadora.
Así hoy, frente al gobierno militar, nosotros repetimos que nada bueno tiene
que esperar de él la clase trabajadora y que este gobierno militar será igual
que cualquier gobierno civil, por más esfuerzo que hagan los politiqueros
caídos en presentarnos este gobierno como lo más malo que puede haber. Y por
más esfuerzos que hagan los militares en presentarse como un elemento de
progreso. Ni una ni otra cosa.
Bajo gobiernos civiles se
hicieron: la masacre de Iquique, el incendio y asesinato de obreros en
Magallanes, la destrucción de la Federación de Estudiantes de Santiago, la
destrucción de la imprenta obrera de Iquique, el estado de sitio para
Antofagasta, la matanza de obreros en San Gregorio, las masacres de Curanilahue
y Lota, y tantos otros hechos que cada obrero debe recordar.
Para nosotros todos los
gobiernos son y serán enemigos del pueblo. Bajo ningún gobierno burgués habrá
felicidad para los pobres.
Es inútil que se nos quiera
hacer creer que un gobierno militar va a ser peor o mejor, que un gobierno
cualquiera de los últimos que hemos tenido: de Montt, Riesco, Sanfuentes o
Alessandri.
Si los obreros deben echar abajo
un gobierno, sea civil o militar debe ser para colocar al proletariado en el
poder y nunca para cambiar un gobierno burgués por otro gobierno burgués porque
nunca ninguno será mejor que otro.
Tengan pues cuidado los obreros
de no caer en las trampas de los viejos politiqueros convertidos en
antimilitaristas sólo mientras estén fuera del gobierno.
Este modo de apreciar los hechos
presentes debe ser el tema obligado de las conversaciones, para que los obreros
no sean sorprendidos por las apariencias y la causa proletaria sea perjudicada
por el engaño habiloso o de los que perdieron el gobierno.
Luis E. Recabarren S.
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