viernes, 21 de enero de 2011

Chile en estado de barbarie


El Socialista, Antofagasta 25/01/1919.
CHILE EN ESTADO DE BARBARIE
Lo que no avergüenza a los patrioteros
Chile tiene más de un millón y medio de analfabetos;
Es posible que tenga más de un millón de borrachos, gariteros, prostitutas, delincuentes, etc.
Tiene un sistema electoral mercenario, de donde se genera la legislación y el gobierno comunal y nacional.
Y esto ¿no avergüenza a nadie?
Para corregir estos errores, para subsanar estas deficiencias, no se organizan "ligas patrióticas".
No hay respeto para las ideas ajenas. No se asegura la inviolabilidad del derecho de pensar.
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Por todo esto nada tiene de extraño que elementos oficiales, que reciben renta del estado, se encarguen de destrozar las imprentas socialistas.
Sería disculpable, que una turba de fanáticos inconscientes, mal aconsejados, fuera a destrozar una imprenta y una biblioteca, cosa que nunca ha ocurrido. Pero eso no sucede. Siempre que se ha destruido imprentas ha sido con la venia de la autoridad respectiva.
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¿Alguien se atrevería a asegurarnos que Chile no presenta todos los carácteres, en su generalidad, de un país en verdadero estado de barbarie?
¿Nadie podría sacarnos de esta especie de pesimismo que es una cruel realidad?
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Las gentes llamadas cultas, los periodistas, los que se suponen que representan a la opinión pública, ¿serán civilizados? ¿Se atreverían a sostenerlo?
Si fueran civilizados, si no estuvieran absorbidos por el ambiente de barbarie en que estamos sumidos; esos periodistas, destinados por la índole de su misión, de lo que suponemos que debe ser la misión periodística, se habrían sentido, igual que nosotros, en el colmo de la indignación, al conocer los atentados criminales contra el derecho de emitir los pensamientos, de escribir y circular por medio de la imprenta, lo más hermoso que puede tener la personalidad del hombre civilizado: emitir y divulgar sus pensamientos, con absoluta libertad.
Se pretendió, en Antofagasta, ahogar, con la dinamita, la voz del diario La Nación.
En Iquique, con la venia de las autoridades —porque no se podría ocultar este crimen— se destruye, en forma inconcebible, por medio de dos asaltos, bien dirigidos, la biblioteca de los obreros y todo el taller de imprenta de los obreros.
Y la prensa burguesa, pero prensa que tiene el deber, si es honrada, de salvaguardar los derechos constitucionales, aplaude esa destrucción.
¿Y querrán decir que son civilizados y que ni siquiera ese pequeño porcentaje de civilización, vale para redimir este país y presentarlo ante los ojos de otros países como un pueblo civilizado?
Si un diario incurre en errores muy graves, están los otros diarios para repararlos.
La prensa socialista, en Chile, está en una situación de uno contra ciento. En Iquique son cuatro grandes diarios contra un pequeño diario y así todavía no les basta. Había que ensañarse y destruirlo, aniquilarlo.
¿No son esas las fuerzas de la barbarie en pleno apogeo, aplaudidas por esa prensa, sancionadas por todas las autoridades?
En Antofagasta tenemos igual situación y también se ha pensado en destruirnos y la gran prensa ha indicado la necesidad de ahogarnos. Lo han dicho claro, muy claro El Mercurio y El Norte.
Y es el propietario de El Mercurio un posible y futuro candidato a la presidencia de Chile.
No cabe duda que le esperan al pueblo chileno días muy sombríos.
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¡Pobre clase obrera!
Tuvistes la suerte de construir, con las cuotas de la miseria, algunas imprentas para hacer oír tu voz. Y las fuerzas llamadas, por la constitución a garantizar tus derechos, son las fuerzas que, en las sombras de la noche, como viles criminales, llegan y destruyen tus libros y las máquinas de imprenta, por donde brotaban escritos tus pensamientos...
No llores, clase obrera; reconstruye tu obra y sigue el camino sin volver a mirar a los bárbaros, porque de ellos sólo es el pasado. El porvenir es tuyo.
Ese crimen quedará sin sanción, porque el estado de barbarie domina en este país y como los responsables son los que gobiernan, no tendrán otro castigo que el débil desprecio de la clase obrera que piensa.
Según opina el diario del futuro presidente de Chile "habría que eliminarnos como se bota un trapo infectado". En cuanto a nuestros compañeros de Iquique, se ha cumplido el deseo del "civilizado" diario El Mercurio.
Nosotros esperamos el turno.
Las fuerzas de la barbarie, no se han absorbido todavía por la civilización. Sólo están contenidas asechando la ocasión.
El Mercurio verá cumplirse su deseo.
Pero nosotros también veremos cumplirse el nuestro.
No será la clase obrera la que nos destruya, ni siquiera la más viciosa.
Serán fuerzas oficiales, como en Iquique, cuya responsabilidad recae sobre las autoridades en ejercicio y sobre los partidos dirigentes.
Negar estas verdades es aumentar la hipocresía y el delito.
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¡Trabajadores! ¡Proletarios! ¡Todos los que amáis el progreso!
Nosotros que somos los menos instruidos. Nosotros que aparecemos en el escalafón social, como los menos cultos: ¡salvemos a Chile de la barbarie dominante y gobernante!
Luis E. Recabarren S.

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