El Socialista, Antofagasta
25/01/1919.
CHILE EN ESTADO DE BARBARIE
Lo que no avergüenza a los
patrioteros
Chile tiene más de un millón y
medio de analfabetos;
Es posible que tenga más de un
millón de borrachos, gariteros, prostitutas, delincuentes, etc.
Tiene un sistema electoral
mercenario, de donde se genera la legislación y el gobierno comunal y nacional.
Y esto ¿no avergüenza a nadie?
Para corregir estos errores,
para subsanar estas deficiencias, no se organizan "ligas
patrióticas".
No hay respeto para las ideas
ajenas. No se asegura la inviolabilidad del derecho de pensar.
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Por todo esto nada tiene de
extraño que elementos oficiales, que reciben renta del estado, se encarguen de
destrozar las imprentas socialistas.
Sería disculpable, que una turba
de fanáticos inconscientes, mal aconsejados, fuera a destrozar una imprenta y
una biblioteca, cosa que nunca ha ocurrido. Pero eso no sucede. Siempre que se
ha destruido imprentas ha sido con la venia de la autoridad respectiva.
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¿Alguien se atrevería a
asegurarnos que Chile no presenta todos los carácteres, en su generalidad, de
un país en verdadero estado de barbarie?
¿Nadie podría sacarnos de esta
especie de pesimismo que es una cruel realidad?
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Las gentes llamadas cultas, los
periodistas, los que se suponen que representan a la opinión pública, ¿serán
civilizados? ¿Se atreverían a sostenerlo?
Si fueran civilizados, si no
estuvieran absorbidos por el ambiente de barbarie en que estamos sumidos; esos
periodistas, destinados por la índole de su misión, de lo que suponemos que
debe ser la misión periodística, se habrían sentido, igual que nosotros, en el
colmo de la indignación, al conocer los atentados criminales contra el derecho
de emitir los pensamientos, de escribir y circular por medio de la imprenta, lo
más hermoso que puede tener la personalidad del hombre civilizado: emitir y
divulgar sus pensamientos, con absoluta libertad.
Se pretendió, en Antofagasta,
ahogar, con la dinamita, la voz del diario La Nación.
En Iquique, con la venia de las
autoridades —porque no se podría ocultar este crimen— se destruye, en forma
inconcebible, por medio de dos asaltos, bien dirigidos, la biblioteca de los
obreros y todo el taller de imprenta de los obreros.
Y la prensa burguesa, pero
prensa que tiene el deber, si es honrada, de salvaguardar los derechos
constitucionales, aplaude esa destrucción.
¿Y querrán decir que son
civilizados y que ni siquiera ese pequeño porcentaje de
civilización, vale para redimir este país y presentarlo ante los ojos de otros
países como un pueblo civilizado?
Si un diario incurre en errores
muy graves, están los otros diarios para repararlos.
La prensa socialista, en Chile,
está en una situación de uno contra ciento. En Iquique son cuatro grandes
diarios contra un pequeño diario y así todavía no les basta. Había que ensañarse
y destruirlo, aniquilarlo.
¿No son esas las fuerzas de la
barbarie en pleno apogeo, aplaudidas por esa prensa, sancionadas por todas las
autoridades?
En Antofagasta tenemos igual
situación y también se ha pensado en destruirnos y la gran prensa ha indicado
la necesidad de ahogarnos. Lo han dicho claro, muy claro El Mercurio y
El Norte.
Y es el propietario de El
Mercurio un posible y futuro candidato a la presidencia de Chile.
No cabe duda que le esperan al
pueblo chileno días muy sombríos.
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¡Pobre clase obrera!
Tuvistes la suerte de construir,
con las cuotas de la miseria, algunas imprentas para hacer oír tu voz. Y las
fuerzas llamadas, por la constitución a garantizar tus derechos, son las
fuerzas que, en las sombras de la noche, como viles criminales, llegan y
destruyen tus libros y las máquinas de imprenta, por donde brotaban escritos
tus pensamientos...
No llores, clase obrera;
reconstruye tu obra y sigue el camino sin volver a mirar a los bárbaros, porque
de ellos sólo es el pasado. El porvenir es tuyo.
Ese crimen quedará sin sanción,
porque el estado de barbarie domina en este país y como los responsables son
los que gobiernan, no tendrán otro castigo que el débil desprecio de la clase
obrera que piensa.
Según opina el diario del futuro
presidente de Chile "habría que eliminarnos como se bota un trapo
infectado". En cuanto a nuestros compañeros de Iquique, se ha cumplido el
deseo del "civilizado" diario El Mercurio.
Nosotros esperamos el turno.
Las fuerzas de la barbarie, no
se han absorbido todavía por la civilización. Sólo están contenidas asechando
la ocasión.
El Mercurio verá cumplirse su deseo.
Pero nosotros también veremos
cumplirse el nuestro.
No será la clase obrera la que
nos destruya, ni siquiera la más viciosa.
Serán fuerzas oficiales, como en
Iquique, cuya responsabilidad recae sobre las autoridades en ejercicio y sobre
los partidos dirigentes.
Negar estas verdades es aumentar
la hipocresía y el delito.
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¡Trabajadores! ¡Proletarios!
¡Todos los que amáis el progreso!
Nosotros que somos los menos
instruidos. Nosotros que aparecemos en el escalafón social, como los menos
cultos: ¡salvemos a Chile de la barbarie dominante y gobernante!
Luis E. Recabarren S.
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