sábado, 22 de enero de 2011

Los "peligrosos"


Numen, Valparaíso, 21/03/1919
LOS "PELIGROSOS"
El saber será siempre un peligro que impedirá las infamias de los degenerados. Por eso los degenerados de las "alturas " impiden el progreso de la instrucción popular.
Queramos o no, tenemos que aceptar el título de "peligrosos" o de "subversivos" con que siempre nos obsequian los talentosos escritores de la prensa "seria" de Chile. Toda persona que se dedique a instruir al pueblo, a quitarle sus vicios, a elevarle su cultura, a organizarlo, puesto que la "organización" es el principio fundamental de la vida y de las sociedades, tendrá que soportar como un anatema el calificativo de peligroso o subversivo.
He leído en el N° 8 de Numen el parrafito que galantemente nos dedica con el título de "Individuos peligrosos". Muy bien por cierto.
Jamás, nadie, encontrará que en Antofagasta haya habido el más leve motivo para justificar el Estado de Sitio, las prisiones, y la relegación a que se nos ha condenado, no por jueces, sino por el Gobierno, obedeciendo a los caprichos de los salitreros que no quieren que eduquemos al pueblo y mucho menos que los libremos de los vicios que lo esclavizan al despotismo reinante en aquella desgraciada región.
Mas ¿qué han ganado con los golpes de autoridad que nos han dado? Desprestigiarse más y más ante la opinión juiciosa del país.
La clase obrera, a la fecha, está en posesión de una regular conciencia y se da cuenta de su misión histórica en el momento actual de inevitable reorganización del mundo. Inútil y contra­producente será toda la persecución que se haga contra determinados elementos de la clase trabajadora.
***
En el párrafo aludido del N° 8 de Numen hay un error que me permitirán corregir.
Al referirse a mi actuación pasada, cuando fui electo diputado, dice el autor del parrafíto, siguiendo la "superstición" popular, que yo preferí perder mi asiento de diputado, antes que jurar bajo fórmulas añejas e inaceptables.
La verdad es que no alcancé a conquistar esa gloria, esa satisfacción de haber sido repudiado por negarme a jurar. Conociendo a fondo la calidad de mis electores de aquella época (1906), no me atreví a cumplir con el mandato de mi conciencia y juré, por dios y los santos evange­lios, conforme me lo exigió el presidente liberal de la cámara de aquel momento, don Rafael Orrego.
Pero, después de haber jurado, agregué una explicación para salvar la integridad de mis convicciones.
Esta explicación trajo incidente, pero la Cámara aprobó mi juramento.
Yo fui expulsado de la Cámara, teniendo mayoría legítima, sumada por la mesa de la Cá­mara, bajo la declaración de que no era posible que un individuo que sustentaba ideas de diso­lución social, ocupara un asiento en el Congreso de Chile. Esta es la aparente razón de mi expulsión. La realidad es una venganza política cuyos actores y razones quedaron entre basti­dores.
Me negué a apoyar las candidaturas de Lazcano y Montt, a la presidencia de la república, sosteniendo mi independencia en ese caso.
Entonces los elementos lazcanistas enojados, y los radicales interesados en introducir a la Cámara un correligionario de ellos en mi lugar, votaron mi expulsión del congreso.
No era aquel un sitio para mí.
Quién sabe si al quedarme en la Cámara, aquel recinto hubiera anestesiado mi conciencia y me hubiera secuestrado para luchar denodadamente contra todas las injusticias y absurdos reinantes por la voluntad de los ignorantes.
Nunca he sentido ni arrepentimiento ni nostalgia por mi conducta de aquella ocasión([1]).
Luis E. Recabarren S.
(Relegado en Lautaro por decreto del gobierno)


[1] VER: Recabarren, Luis Emilio Mi Juramento.

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