SIEMPRE ANTIMILITARISTAS[1]
Hemos sido, somos y seremos
siempre antimilitaristas, porque estamos convencidos que el militarismo es la
afrenta de toda civilización, es la carga más inútil y más pesada que soportan
los pueblos, y es la amenaza permanente a todos los derechos.
El militarismo existe sólo para
defender los privilegios que la clase capitalista se otorga a sí misma y para
impedir toda acción con que pretenda mejorarse la clase trabajadora.
El militarismo será siempre la
fuerza opresora con que la clase capitalista explote al pueblo.
Nosotros los obreros organizados
hemos tenido siempre ese concepto y ese modo de apreciar la función
militarista.
Pero hoy en las circunstancias
presentes están apareciendo muchos antimilitaristas de ocasión y de despecho y
de conveniencia.
Todos los politiqueros arrojados
del poder son ahora antimilitaristas y tratan de meterse entre los trabajadores
organizados haciéndose pasar por antimilitaristas y procurando excitar los
ánimos contra el gobierno militar.
Contra estos antimilitaristas
improvisados y de última hora, la clase trabajadora debe estar prevenida y
evitar contagiarse de ellos.
Para nosotros, los comunistas y
obreros organizados, todo gobierno de las clases burguesas será defensor de los
privilegios de la clase capitalista y será el tirano de la clase trabajadora.
Así hoy, frente al gobierno militar, nosotros repetimos que nada bueno tiene
que esperar de él la clase trabajadora y que este gobierno militar será igual
que cualquier gobierno civil, por más esfuerzo que hagan los politiqueros
caídos en presentarnos este gobierno como lo más malo que puede haber. Y por
más esfuerzos que hagan los militares en presentarse como un elemento de
progreso. Ni una ni otra cosa.
Bajo gobiernos civiles se
hicieron: la masacre de Iquique, el incendio y asesinato de obreros en
Magallanes, la destrucción de la Federación de Estudiantes de Santiago, la
destrucción de la imprenta obrera de Iquique, el estado de sitio para
Antofagasta, la matanza de obreros en San Gregorio, las masacres de Curanilahue
y Lota, y tantos otros hechos que cada obrero debe recordar.
Para nosotros todos los
gobiernos son y serán enemigos del pueblo. Bajo ningún gobierno burgués habrá
felicidad para los pobres.
Es inútil que se nos quiera
hacer creer que un gobierno militar va a ser peor o mejor, que un gobierno
cualquiera de los últimos que hemos tenido: de Montt, Riesco, Sanfuentes o
Alessandri.
Si los obreros deben echar abajo
un gobierno, sea civil o militar debe ser para colocar al proletariado en el
poder y nunca para cambiar un gobierno burgués por otro gobierno burgués porque
nunca ninguno será mejor que otro.
Tengan pues cuidado los obreros
de no caer en las trampas de los viejos politiqueros convertidos en
antimilitaristas sólo mientras estén fuera del gobierno.
Este modo de apreciar los hechos
presentes debe ser el tema obligado de las conversaciones, para que los obreros
no sean sorprendidos por las apariencias y la causa proletaria sea perjudicada
por el engaño habiloso o de los que perdieron el gobierno.
Luis E. Recabarren S.
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