Adelante, Talcahuano, 11/03/1919
DESDE "EL DESTIERRO"
La ignorancia de los burgueses
Lautaro es uno de los pueblos
más pintorescos de la frontera. Y en este tiempo con su verde esplendor, sus
mujeres bellísimas y amigos sinceros y buenos resulta para nosotros, los
relegados de Antofagasta, un momento de agradable descanso, en vez de un
desatinado e inmerecido castigo, como han pretendido proporcionarnos las
autoridades de Antofagasta, cómplices de tres o cuatro capitalistas insensatos.
Es posible que los lectores de Adelante
no hayan conocido bien las causas que produjeron nuestra relegación a
Lautaro. La prensa de los ricos ha dicho tanta tontería y tanta mentira que
llegamos a dudar de que esa prensa tenga escritores serios y cultos. Todo lo
que ha dicho contra nosotros es la más soez mentira. Es una burda calumnia, con
lo que pretenden dejar impunes los abusos autoritarios de Antofagasta y del
Gobierno.
En Antofagasta NO HA OCURRIDO el
más leve incidente de donde pudieran sacar un motivo para dar base a los abusos
cometidos.
Ni la Federación Obrera ni el
Partido Socialista ni el Partido Demócrata habían realizado actos públicos que
pudieran infundir temor a nadie ni habían tomado todavía acuerdos sobre el
mitin proyectado para el 7 de febrero pasado.
Los abusos del norte no son
tampoco frutos del miedo, como pretenden algunos hacernos creer para justificar
los abusos.
Lo que se ha querido hacer en
Antofagasta y Tarapacá, es dar un golpe mortal a la Federación Obrera y a los
partidos obreros socialista y demócrata. Eso es todo.
El incremento creciente de la
organización y de la educación obrera no agrada a los degenerados capitalistas
que pretenden conservar siempre al pueblo sumido en la degradación y el vicio
para explotarlo vilmente.
Nosotros, que no podemos
consentir ni en el aniquilamiento de la raza ni en la desenfrenada explotación
que se hace en las salitreras, levantamos nuestra voz y nuestra pluma para
condenar los procedimientos incultos de la burguesía y para incitar e interesar
a los obreros a educarse, a ilustrarse, a hacerse capaces, en una palabra, para
conquistar su propia redención.
Esta obra educativa nuestra no
agrada a los burgueses más embrutecidos, que son la mayoría en el norte y que
cuenta con la complicidad incondicional de autoridades ineptas e ignorantes del
modo de ventilar los problemas sociales de la época.
Creen esos burgueses, en su
eterna ceguera, que esos golpes de autoridad matan el espíritu de progreso en
los obreros. Y en realidad se equivocan completamente.
La clase trabajadora de Chile ha
llegado, en 1919, a
un grado de cultura y de comprensión de sus deberes sociales que la coloca en
condiciones de exigir el respeto que se merece como fuerza única irreemplazable
de la riqueza social. Y cuando la burguesía se da cuenta de esta nueva
condición de la clase obrera, pretende destruirnos.
Nuestro deber es impedir que la
clase rica, después de explotarnos ignominiosamente, pretenda destruir nuestra
organización, nuestros intereses y nuestra salud social.
Trabajadores de pie, para salvar
el presente y el porvenir de la clase obrera.
Cuando contemplamos las bellezas
de este destierro, nos figuramos que los gobernantes tardíamente arrepentidos de
lo ridículo de su acción quisieron endulzarnos el castigo.
Una vez terminado nuestro
destierro, tendremos el gusto de visitar a los compañeros de Talcahuano.
Salud y actividad.
Luis E. Recabarren S.
Oscar A. Chanks
Mariano Rivas
Arturo Siemsen
Lautaro, marzo 7 de 1919.
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