sábado, 22 de enero de 2011

Desde "el destierro"


Adelante, Talcahuano, 11/03/1919
DESDE "EL DESTIERRO"
La ignorancia de los burgueses
Lautaro es uno de los pueblos más pintorescos de la frontera. Y en este tiempo con su verde esplendor, sus mujeres bellísimas y amigos sinceros y buenos resulta para nosotros, los relegados de Antofagasta, un momento de agradable descanso, en vez de un desatinado e inmerecido castigo, como han pretendido proporcionarnos las autoridades de Antofagasta, cómplices de tres o cuatro capitalistas insensatos.
Es posible que los lectores de Adelante no hayan conocido bien las causas que produjeron nuestra relegación a Lautaro. La prensa de los ricos ha dicho tanta tontería y tanta mentira que llegamos a dudar de que esa prensa tenga escritores serios y cultos. Todo lo que ha dicho contra nosotros es la más soez mentira. Es una burda calumnia, con lo que pretenden dejar impunes los abusos autoritarios de Antofagasta y del Gobierno.
En Antofagasta NO HA OCURRIDO el más leve incidente de donde pudieran sacar un motivo para dar base a los abusos cometidos.
Ni la Federación Obrera ni el Partido Socialista ni el Partido Demócrata habían realizado actos públicos que pudieran infundir temor a nadie ni habían tomado todavía acuerdos sobre el mitin proyectado para el 7 de febrero pasado.
Los abusos del norte no son tampoco frutos del miedo, como pretenden algunos hacernos creer para justificar los abusos.
Lo que se ha querido hacer en Antofagasta y Tarapacá, es dar un golpe mortal a la Fede­ración Obrera y a los partidos obreros socialista y demócrata. Eso es todo.
El incremento creciente de la organización y de la educación obrera no agrada a los degene­rados capitalistas que pretenden conservar siempre al pueblo sumido en la degradación y el vicio para explotarlo vilmente.
Nosotros, que no podemos consentir ni en el aniquilamiento de la raza ni en la desenfrenada explotación que se hace en las salitreras, levantamos nuestra voz y nuestra pluma para condenar los procedimientos incultos de la burguesía y para incitar e interesar a los obreros a educarse, a ilustrarse, a hacerse capaces, en una palabra, para conquistar su propia redención.
Esta obra educativa nuestra no agrada a los burgueses más embrutecidos, que son la mayoría en el norte y que cuenta con la complicidad incondicional de autoridades ineptas e ignorantes del modo de ventilar los problemas sociales de la época.
Creen esos burgueses, en su eterna ceguera, que esos golpes de autoridad matan el espíritu de progreso en los obreros. Y en realidad se equivocan completamente.
La clase trabajadora de Chile ha llegado, en 1919, a un grado de cultura y de comprensión de sus deberes sociales que la coloca en condiciones de exigir el respeto que se merece como fuerza única irreemplazable de la riqueza social. Y cuando la burguesía se da cuenta de esta nueva condición de la clase obrera, pretende destruirnos.
Nuestro deber es impedir que la clase rica, después de explotarnos ignominiosamente, pre­tenda destruir nuestra organización, nuestros intereses y nuestra salud social.
Trabajadores de pie, para salvar el presente y el porvenir de la clase obrera.
Cuando contemplamos las bellezas de este destierro, nos figuramos que los gobernantes tardíamente arrepentidos de lo ridículo de su acción quisieron endulzarnos el castigo.
Una vez terminado nuestro destierro, tendremos el gusto de visitar a los compañeros de Talcahuano.
Salud y actividad.
Luis E. Recabarren S.
Oscar A. Chanks
Mariano Rivas
Arturo Siemsen
Lautaro, marzo 7 de 1919.

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