jueves, 20 de enero de 2011

Un precioso ejemplo que sabremos imitar


UN PRECIOSO EJEMPLO QUE SABREMOS IMITAR[1]
Los militares que acaban de adueñarse del gobierno, que han disuelto el poder legislativo, que han derrocado los poderes constituidos y que han abolido la Constitución del Estado y todas sus leyes, NOS DAN UN BUEN EJEMPLO y nos SEÑALAN EL CAMINO y los PROCE­DIMIENTOS que debemos seguir, cuando nuestras aspiraciones no se vean satisfechas ni el bienestar exista para todos.
Los militares han tomado por la fuerza el poder en sus manos, para dar a los habitantes de esta nación el bienestar que la corrupción política gobernante hasta hace poco les había quitado.
Muy bien. Todo eso merece nuestro aplauso. Y si la acción del Gobierno militar marcha a realizar su programa, ese programa, que hemos aplaudido, cooperaremos también con gusto a su realización, a su perfeccionamiento y a su estabilización.
Pero... ¿y si los militares no producen el bienestar que nos han ofrecido? ¿Si no cumplen con sus promesas? ¿Si no pueden cumplirlas? ¿Si todo lo hablado por los militares se volviera pura ilusión, pura literatura y lirismo?
Porque nosotros dudamos de que se pueda realizar todo lo que nos han prometido los mili­tares! ¡Más que eso dudamos de que se pueda realizar ni aún una mínima parte!
Sin embargo, de alojar en nuestro corazón esta duda, creada por los hechos del pasado, hemos cooperado a la labor de los militares desde sus comienzos, no poniendo ningún estorbo en sus primeros pasos y seguiremos cooperando hasta el momento en que nos desengañemos de la posibilidad de esperar del poder militar el bienestar de que nos hablan.
Bien. Lo que queda claro de todo esto es lo que siempre hemos aconsejado: Que el proleta­riado sea una fuerza capaz de tomar en sus manos el poder, de conservarlo y de crear con ella las nuevas condiciones de la vida y la nueva organización social.
Pues, si el actual gobierno militar no puede realizar los propósitos que ha anunciado, si una vez más vamos a presenciar el fracaso de todo buen propósito, ¿debemos quedarnos con los brazos cruzados? ¿debemos dejar deshacerse estas ilusiones, debemos conformamos una vez más con quedar burlados en nuestras aspiraciones?
Los militares nos han dado el ejemplo: tomar por la fuerza el poder para realizar el programa de bienestar social, que dicen quiere todo el país.
Tomar por la fuerza el poder si los militares no pueden realizar el programa que nos han ofrecido.
¡Imitar su ejemplo eso es lo que debemos hacer!
Y si la opinión pública ha disculpado primero y aplaudido después a los militares, no tendría razón alguna para condenar ni para estorbar nuestros futuros procedimientos.
Cuando la Revolución Francesa finalizaba, sin realizar el bienestar social del pueblo, se levantó la voz de Babeuff para decir: la revolución no ha terminado, ni debe terminar si no se realiza el bienestar social de la clase trabajadora. Babeuff después de estas palabras fue guillo­tinado!
Ahora nosotros en perspectiva de la Gran Asamblea Constituyente debemos prepararnos para repetir el pensamiento de Babeuff y para acompañar con la acción estas ideas en caso de que de hoy en adelante se nos vaya desviando o se nos burle en las expectativas que estamos cifrando en el presente movimiento.
Los elementos dirigentes del proletariado deben estar ya en plena actividad para participar, primero en la organización de la Asamblea Constituyente, y para estar debidamente represen­tados después, de manera de poder obtener que el mayor espíritu de justicia y de razón guíe las labores de esa Asamblea.
No olvidemos que el ejemplo dado por los militares es precioso.
Para realizar nuestro programa de justicia social, tomemos el poder en nuestras manos, si los militares no pueden realizarlo.
Luis E. Recabarren S.


[1] La Justicia, Santiago, 17/09/1924

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