UN PRECIOSO EJEMPLO QUE SABREMOS IMITAR[1]
Los militares que acaban de
adueñarse del gobierno, que han disuelto el poder legislativo, que han
derrocado los poderes constituidos y que han abolido la Constitución del Estado
y todas sus leyes, NOS DAN UN BUEN EJEMPLO y nos SEÑALAN EL CAMINO y los PROCEDIMIENTOS
que debemos seguir, cuando nuestras aspiraciones no se vean satisfechas ni el
bienestar exista para todos.
Los militares han tomado por la
fuerza el poder en sus manos, para dar a los habitantes de esta nación el
bienestar que la corrupción política gobernante hasta hace poco les había
quitado.
Muy bien. Todo eso merece
nuestro aplauso. Y si la acción del Gobierno militar marcha a realizar su
programa, ese programa, que hemos aplaudido, cooperaremos también con gusto a
su realización, a su perfeccionamiento y a su estabilización.
Pero... ¿y si los militares no
producen el bienestar que nos han ofrecido? ¿Si no cumplen con sus promesas?
¿Si no pueden cumplirlas? ¿Si todo lo hablado por los militares se volviera pura
ilusión, pura literatura y lirismo?
Porque nosotros dudamos de que
se pueda realizar todo lo que nos han prometido los militares! ¡Más que eso
dudamos de que se pueda realizar ni aún una mínima parte!
Sin embargo, de alojar en
nuestro corazón esta duda, creada por los hechos del pasado, hemos cooperado a
la labor de los militares desde sus comienzos, no poniendo ningún estorbo en
sus primeros pasos y seguiremos cooperando hasta el momento en que nos
desengañemos de la posibilidad de esperar del poder militar el bienestar de que
nos hablan.
Bien. Lo que queda claro de todo
esto es lo que siempre hemos aconsejado: Que el proletariado sea una fuerza
capaz de tomar en sus manos el poder, de conservarlo y de crear con ella las
nuevas condiciones de la vida y la nueva organización social.
Pues, si el actual gobierno
militar no puede realizar los propósitos que ha anunciado, si una vez más vamos
a presenciar el fracaso de todo buen propósito, ¿debemos quedarnos con los
brazos cruzados? ¿debemos dejar deshacerse estas ilusiones, debemos conformamos
una vez más con quedar burlados en nuestras aspiraciones?
Los militares nos han dado el
ejemplo: tomar por la fuerza el poder para realizar el programa de bienestar
social, que dicen quiere todo el país.
Tomar por la fuerza el poder si
los militares no pueden realizar el programa que nos han ofrecido.
¡Imitar su ejemplo eso es lo que
debemos hacer!
Y si la opinión pública ha
disculpado primero y aplaudido después a los militares, no tendría razón alguna
para condenar ni para estorbar nuestros futuros procedimientos.
Cuando la Revolución Francesa
finalizaba, sin realizar el bienestar social del pueblo, se levantó la voz de
Babeuff para decir: la revolución no ha terminado, ni debe terminar si no se
realiza el bienestar social de la clase trabajadora. Babeuff después de estas
palabras fue guillotinado!
Ahora nosotros en perspectiva de la
Gran Asamblea Constituyente debemos prepararnos para repetir el pensamiento de
Babeuff y para acompañar con la acción estas ideas en caso de que de hoy en
adelante se nos vaya desviando o se nos burle en las expectativas que estamos
cifrando en el presente movimiento.
Los elementos dirigentes del
proletariado deben estar ya en plena actividad para participar, primero en la
organización de la Asamblea Constituyente, y para estar debidamente representados
después, de manera de poder obtener que el mayor espíritu de justicia y de
razón guíe las labores de esa Asamblea.
No olvidemos que el ejemplo dado
por los militares es precioso.
Para realizar nuestro programa
de justicia social, tomemos el poder en nuestras manos, si los militares no
pueden realizarlo.
Luis E. Recabarren S.
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