viernes, 21 de enero de 2011

Teoría y Práctica


El Socialista, Antofagasta 18/01/1919.
TEORIA Y PRACTICA
Pensamiento y acción del radicalismo chileno
El Partido Radical aparece actualmente como el eje del gobierno llamado de la Alianza Liberal.
En marzo de 1918, reclamó del pueblo su apoyo para subir al gobierno a realizar un programa de progreso que aumentaría el bienestar de los habitantes de esta República.
Lleva un año en el gobierno, y el pueblo que piensa bien ve el pobre resultado de la iniciación de su programa, que se estrena con el encarecimiento de la vida, con la disminución de las libertades, y con la amenaza de empeorar más aún la triste condición del pueblo.
Cuando los profesores y la clase media recurren a adoptar los métodos aconsejados por el socialismo: "la organización de clase" ¿no es una prueba evidente, que se hace grave mal en disimular, y peor en negar, de que existe un insoportable malestar social que entre todos debemos resolver un sentido favorable?
Y esto es otra prueba de lo inseguro del gobierno de la Alianza Liberal con un programa liberal.
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En estos momentos se tramita la organización de una convención del Partido Radical y se dice que en sus discusiones se introducirán importantes reformas que significan una ampliación de las aspiraciones a mayor libertad y bienestar.
Eso es una simple teoría.
Veamos lo que dice en una de sus importantes disposiciones que serán sometidas a la discusión y votación en la convención radical, que dice así
"Quinta.— Finalmente, esta acentuación es todavía más necesaria y en presencia de los grandes contactos que los acontecimientos mundiales y las necesidades económicas modernas vienen produciendo en los objetivos concretos de los partidos políticos. En consecuencia, a mayor generalidad de los propósitos y proyectos concretos económicos, debemos oponer una mayor deferencia y una particular peculiaridad en la manera con que piden los partidos más humanidad, más instrucción, más educación, más protección a la infancia, más defensa de la raza, más antialcoholismo, más habitaciones obreras, más organización de cooperativas, más ahorro, más higiene y en fin más solidaridad social".
Repetimos esto es una simple teoría. Una hermosa aspiración, que es nuestra aspiración; que es más todavía, es nuestra bandera de combate, nuestro programa permanente.
Cuando el radicalismo, o una parte de él, llega a establecer esa forma de aspiración, se coloca, así teórica y doctrinariamente al lado nuestro y apoya nuestra aspiración, pues, ¿qué otra cosa es lo que aspiramos?
Más humanidad;
Más instrucción;
Más solidaridad social.
Si nuestros burgueses, si nuestras autoridades, si nuestros adversarios entienden y comprenden el vasto significado de esas tres solas expresiones, que el radicalismo chileno va a introducir en su nuevo programa, convengamos inteligentemente, que llegamos a reconocer el máximo necesario de establecer como programa social de vida.
Eso es lo que queremos. Y en eso consiste nuestro maximalismo y el del mundo entero.
Pero, tristemente, hay que confesar que todo eso que el radicalismo escribe como un programa de altos principios filosóficos y sociales, no pasan de ser sino luminosos fuegos fatuos, que brillan y desaparecen aplastados por la realidad imperiosa y viva de las prácticas radicales.
Veamos ahora como se contradicen los radicales.
En primer lugar el decreto de expulsión, firmado por un ministro radical, contra Casimiro Barrios, secretario del Partido Obrero Socialista en Santiago y anulado ante la avalancha de pruebas irrefutables de su honradez.
En segundo lugar, el modo de pensar del radical señor Alberto Cabero, actual intendente de esta provincia, según lo acaba de publicar El Mercurio de esta ciudad, concebido en los siguientes términos:
"Dice que hay en la pampa de 30 a 40 mil obreros, y que en Antofagasta se hace propaganda maximalista pronunciada y tenaz por medio de agitadores, cuyo portavoz es el periódico El Socialista, que difunde ideas subversivas".
"Se necesita en Antofagasta —agrega—, un regimiento de caballería y un escuadrón en Calama, y que la jefatura de los Carabineros se encuentre en ese puerto y no en La Serena, como ocurre actualmente".
Si así piensa un mandatario, ¿qué resta para la masa de ese partido?
Veamos ahora como piensa y como quiere obrar un periodista radical, director de un diario que es en el concepto burgués el primer diario de Chile. El Mercurio tratando la última huelga argentina, calificándola de intento revolucionario fracasado, se expresa así:
"Lo ocurrido en Buenos Aires es una lección que deben tomar en cuenta nuestros obreros para comprender que los predicadores subversivos a los cuales escuchan complacidos, porque les hablan de igualdad y de redención, empleando frases sonoras, son traidores a los cuales debe eliminarse como se bota un trapo infectado".
¿Dónde quedan las garantías constitucionales, que amparan el derecho de pensar y de propagar los pensamientos con la palabra y con el escrito?
Somos obreros, tal vez de poco saber, pero creemos que en nuestra Constitución republicana y democrática, no existe ni podría existir una disposición que estableciera como delito, si así se puede decir: "un pensamiento subversivo".
No hay pensamiento subversivo.
Sólo se califica "el hecho" de subversivo.
La próxima Convención radical establecerá posiblemente en su programa: "la supresión del Consejo de Estado", se entiende por medio de la legislación.
¿Es esto un pensamiento o una aspiración subversiva?
Nadie nos contestará, ya lo sabemos, pues siempre hemos sido dignos sólo al desprecio.
Con el mismo derecho, que un grupo o el partido radical, pide la supresión del Consejo de Estado; con el mismo derecho consagrado igual para todos en la Constitución chilena, pedimos la abolición de la propiedad privada y la nacionalización de todos los medios de vida del pueblo.
Si en Chile existen nacionalizados o socializados el correo y los ferrocarriles, ¿por qué no podríamos pedir la socialización de todas las industrias que están ligadas a la alimentación y vestuario del pueblo?
Hacer esto es cumplir el programa radical cuando pide:
Más humanidad;
Más instrucción;
Más solidaridad social.
Cuando los actos del Partido Radical, o de cualquier otro partido, se encaminen, con los hechos, no con las palabras, a cumplir, de a como se pueda, con esa hermosa trilogía de conceptos, habrán ingresado de hecho al socialismo maximalista. Fatalmente, por ahora no pasan de ser teorías ¿quién sabe con qué fin?
Luis E. Recabarren S.

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