El Socialista, Antofagasta
18/01/1919.
TEORIA Y PRACTICA
Pensamiento y acción del
radicalismo chileno
El Partido Radical aparece
actualmente como el eje del gobierno llamado de la Alianza Liberal.
En marzo de 1918, reclamó del
pueblo su apoyo para subir al gobierno a realizar un programa de progreso que
aumentaría el bienestar de los habitantes de esta República.
Lleva un año en el gobierno, y
el pueblo que piensa bien ve el pobre resultado de la iniciación de su
programa, que se estrena con el encarecimiento de la vida, con la disminución
de las libertades, y con la amenaza de empeorar más aún la triste condición del
pueblo.
Cuando los profesores y la clase
media recurren a adoptar los métodos aconsejados por el socialismo: "la
organización de clase" ¿no es una prueba evidente, que se hace grave mal
en disimular, y peor en negar, de que existe un insoportable malestar social
que entre todos debemos resolver un sentido favorable?
Y esto es otra prueba de lo
inseguro del gobierno de la Alianza Liberal con un programa liberal.
---
En estos momentos se tramita la
organización de una convención del Partido Radical y se dice que en sus
discusiones se introducirán importantes reformas que significan una ampliación
de las aspiraciones a mayor libertad y bienestar.
Eso es una simple teoría.
Veamos lo que dice en una de sus
importantes disposiciones que serán sometidas a la discusión y votación en la
convención radical, que dice así
"Quinta.— Finalmente, esta
acentuación es todavía más necesaria y en presencia de los grandes contactos
que los acontecimientos mundiales y las necesidades económicas modernas vienen
produciendo en los objetivos concretos de los partidos políticos. En
consecuencia, a mayor generalidad de los propósitos y proyectos concretos
económicos, debemos oponer una mayor deferencia y una particular peculiaridad
en la manera con que piden los partidos más humanidad, más instrucción, más
educación, más protección a la infancia, más defensa de la raza, más antialcoholismo,
más habitaciones obreras, más organización de cooperativas, más ahorro, más
higiene y en fin más solidaridad social".
Repetimos esto es una simple
teoría. Una hermosa aspiración, que es nuestra aspiración; que es más todavía,
es nuestra bandera de combate, nuestro programa permanente.
Cuando el radicalismo, o una
parte de él, llega a establecer esa forma de aspiración, se coloca, así teórica
y doctrinariamente al lado nuestro y apoya nuestra aspiración, pues, ¿qué otra
cosa es lo que aspiramos?
Más humanidad;
Más instrucción;
Más solidaridad social.
Si nuestros burgueses, si
nuestras autoridades, si nuestros adversarios entienden y comprenden el vasto
significado de esas tres solas expresiones, que el radicalismo chileno va a
introducir en su nuevo programa, convengamos inteligentemente, que llegamos a
reconocer el máximo necesario de establecer como programa social de vida.
Eso es lo que queremos. Y en eso
consiste nuestro maximalismo y el del mundo entero.
Pero, tristemente, hay que
confesar que todo eso que el radicalismo escribe como un programa de altos
principios filosóficos y sociales, no pasan de ser sino luminosos fuegos
fatuos, que brillan y desaparecen aplastados por la realidad imperiosa y viva
de las prácticas radicales.
Veamos ahora como se contradicen
los radicales.
En primer lugar el decreto de
expulsión, firmado por un ministro radical, contra Casimiro Barrios, secretario
del Partido Obrero Socialista en Santiago y anulado ante la avalancha de
pruebas irrefutables de su honradez.
En segundo lugar, el modo de
pensar del radical señor Alberto Cabero, actual intendente de esta provincia,
según lo acaba de publicar El Mercurio de esta ciudad, concebido en los
siguientes términos:
"Dice que hay en la pampa
de 30 a
40 mil obreros, y que en Antofagasta se hace propaganda maximalista pronunciada
y tenaz por medio de agitadores, cuyo portavoz es el periódico El
Socialista, que difunde ideas subversivas".
"Se necesita en Antofagasta
—agrega—, un regimiento de caballería y un escuadrón en Calama, y que la
jefatura de los Carabineros se encuentre en ese puerto y no en La Serena, como
ocurre actualmente".
Si así piensa un mandatario,
¿qué resta para la masa de ese partido?
Veamos ahora como piensa y como
quiere obrar un periodista radical, director de un diario que es en el concepto
burgués el primer diario de Chile. El Mercurio tratando la última huelga
argentina, calificándola de intento revolucionario fracasado, se expresa así:
"Lo ocurrido en Buenos
Aires es una lección que deben tomar en cuenta nuestros obreros para comprender
que los predicadores subversivos a los cuales escuchan complacidos, porque les
hablan de igualdad y de redención, empleando frases sonoras, son traidores a
los cuales debe eliminarse como se bota un trapo infectado".
¿Dónde quedan las garantías
constitucionales, que amparan el derecho de pensar y de propagar los
pensamientos con la palabra y con el escrito?
Somos obreros, tal vez de poco saber,
pero creemos que en nuestra Constitución republicana y democrática, no existe
ni podría existir una disposición que estableciera como delito, si así se puede
decir: "un pensamiento subversivo".
No hay pensamiento subversivo.
Sólo se califica "el
hecho" de subversivo.
La próxima Convención radical
establecerá posiblemente en su programa: "la supresión del Consejo de
Estado", se entiende por medio de la legislación.
¿Es esto un pensamiento o una
aspiración subversiva?
Nadie nos contestará, ya lo
sabemos, pues siempre hemos sido dignos sólo al desprecio.
Con el mismo derecho, que un
grupo o el partido radical, pide la supresión del Consejo de Estado; con el
mismo derecho consagrado igual para todos en la Constitución chilena, pedimos
la abolición de la propiedad privada y la nacionalización de todos los medios
de vida del pueblo.
Si en Chile existen
nacionalizados o socializados el correo y los ferrocarriles, ¿por qué no
podríamos pedir la socialización de todas las industrias que están ligadas a la
alimentación y vestuario del pueblo?
Hacer esto es cumplir el
programa radical cuando pide:
Más humanidad;
Más instrucción;
Más solidaridad social.
Cuando los actos del Partido
Radical, o de cualquier otro partido, se encaminen, con los hechos, no con las
palabras, a cumplir, de a como se pueda, con esa hermosa trilogía de conceptos,
habrán ingresado de hecho al socialismo maximalista. Fatalmente, por ahora no
pasan de ser teorías ¿quién sabe con qué fin?
Luis E. Recabarren S.
No hay comentarios:
Publicar un comentario