El Socialista, Antofagasta
18/04/1920
COMO SE HACE HOY UN ALLANAMIENTO
La odisea de Recabarren relatada
por él mismo
Hace dos días, tuvimos el agrado
de recibir la carta que reproducimos a continuación, y que es la primera
llegada directamente de nuestro compañero:
“Viña del Mar, abril 10 de 1920.
“Compañeros de la Junta
Provincial de Antofagasta:
“Cumplo con el deber de
comunicar, inmediatamente que me ha sido posible, lo que ha ocurrido conmigo
desde el lunes 5 de abril:
“El lunes 5 de abril, como a las
3 de la tarde, el Mayor Leiva, caballerosamente, me sacó de la cárcel y me
llevó al cuartel de carabineros, de donde fui embarcado en un automóvil del
ferrocarril y escoltado de 4 carabineros, hasta Mejillones, en donde me
entregaron a dos misérrimos “pacos”, los cuales me embarcaron en una lancha a
gasolina y de allí me llevaron a Tocopilla amarrado con esposas de fierro,
durante todo el viaje de la lancha.
“En Tocopilla fui recibido por
el Prefecto de Policía, muy amablemente. Una hora y media después fui
presentado ante el juez, quien me hace leer una resolución del juzgado que
sobreseía, y daba por terminado el proceso, ordenando la libertad de Muñoz y
demás compañeros, y dejando sin efecto la orden de prisión en mi contra y de
Cortez. Con la admiración que es de comprender oí leer esa contraorden. ¿Qué
había pasado? Que un juez interino, Rosamel Ramos, amigo de los demócratas nos
hacía esta jugada, iniciándonos un proceso por sedición y estafa. Deducían la
sedición de una conferencia y la estafa, porque Muñoz tenía en su poder una
libreta de la Caja de Ahorros con más de doce mil pesos, que son los fondos de la
Federación de la pampa de Tocopilla.
“Pero el juez titular, señor
Barros Castañón, impuesto de tamaña barbaridad, deshace lo obrado por el juez
interino, haciendo acto de justicia.
“Terminado el asunto, el juez me
invita a irme a Iquique, porque allí podré encontrar más luego vapor para
regresar a Antofagasta. Yo quiero excusarme, pero me veo obligado a aceptar la
invitación del juez y me voy a Iquique en la Condell, cuyo Comandante se porta
gentilmente.
“Llegando a Iquique en la mañana
del miércoles, el Comandante me dijo que antes de desembarcarme iría a darle
cuenta a sus superiores. De regreso, el comandante me dice: 'Hay orden de las
autoridades de Iquique de no dejarlo bajar a tierra bajo ningún pretexto'.
“¡Las garantías constitucionales
han muerto en Chile, me dije silenciosamente! Un chileno no puede desembarcar
donde lo necesite.
“Bien. El comandante me dice:
'después de almorzar veremos en qué vapor se puede regresar a Antofagasta'.
“Así fue. Fuimos a ver al
'Bologna' y como este vapor no tocaba en Antofagasta, porque partía
directamente a Valparaíso, nos fuimos al 'América'. Esta nave iba a
Antofagasta, pero con escala en Caleta Buena. Aquí me dejó el comandante. Saqué
mi boleto con dinero que pedí prestado en la Federación de Tocopilla.
“Al rato que estaba allí
instalado, llegan tres agentes a decirme que el Intendente señor Morales, y el
comandante de la Condell señor Arturo Huland, deseaban conversar conmigo a
bordo del 'Bologna'.
“Pensando que se trataría de una
nueva 'travesura' de las autoridades, exigí la devolución del dinero del pasaje
y tomé mi equipaje —un poncho que generosamente me prestó el mayor señor Leiva—
y seguí a los agentes.
“Una vez a bordo del 'Bologna'
le dijeron al contador: 'este es el pasajero' y se retiraron. El cobrador me
dice: 'El gobierno le paga a Ud. el pasaje, pero de tercera'. Yo saqué mi
pasaje en segunda clase.
“Y aquí he llegado después de
toda esa odisea de tonterías de nuestras 'formales' autoridades.
“Mañana voy a exponer estos
hechos en Santiago, ante la Junta Ejecutiva de la Federación.
“Oportunamente avisaré cuando
regrese.
“Salud”.
Luis E. Recabarren S.
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