El Socialista, Antofagasta
04/06/1920
EN LA PRISION
COSAS DEL TIEMPO
Donde resplandece la legalidad y
justicia de nuestra causa
¡Ya puedo morir tranquilo y
feliz!
No creeréis, pero es cierto,
nunca me he sentido más satisfecho que en estos momentos que un nuevo proceso
me priva de la libertad...
Y, ¿por qué? diréis.
Porque este proceso, en lo muy
poco que ya le conozco, veo qué es la más hermosa prueba de la moral, de la
justicia y de la razón que nos rodea en nuestras aspiraciones.
Nuestros perseguidores no nos
pueden procesar con la verdad en la mano.
Tienen que recurrir a la
mentira.
Esta es la prueba fatal de que
carecen de razón y de justicia para encarcelarnos.
Hay en el proceso una parte que
me acusa haber hecho un discurso, donde jamás nunca lo he hecho. Y de seguro se
habrá hecho declarar a algunas personas que afirmen que oyeron mi discurso.
Y si así es todo el proceso. Si
habrá más falsedades declaradas para decir que hemos cometido un delito donde
hemos hecho un acto generoso, no cabe duda que nuestros perseguidores, y ellos
mismos lo reconocerán, están perdidos en sus propósitos de anular nuestra justa
acción de progreso y de perfeccionamiento social.
Ellos saciarán sus bajas
pasiones, encarcelando a unos cuantos de nosotros y nos darán por vencidos, aún
muertos, y, pobres insensatos que no se dan cuenta que ellos son los únicos
vencidos aun con la apariencia de sus supuestos triunfos.
Para encarcelarnos necesitan
mentir, porque la verdad es nuestra.
Entonces, ¿no están vencidos?
No tienen razón porque la razón
es nuestra.
¿Qué habrán ganado con
encarcelarnos? Un abismo de desprecios.
Sí, eso, un abismo de
desprecios, es su única ganancia.
Su propósito de mantenernos en
la esclavitud, de anular nuestra organización que marcha a conquistar bienestar
y libertad correcta y definitiva, ese propósito de acabar con nuestra acción
redentora, aun de ellos mismos; eso, no lo conseguirán jamás, y por eso es que
ellos son los únicos vencidos aun cuando nos dejen encerrados en las prisiones.
Que este proceso es un complot
de vencidos lo dice claramente el siguiente párrafo de un diario de Tocopilla,
en que al defender al juez que el 6 de abril me puso en libertad, dice lo
siguiente:
“Nosotros que creemos que se nos
puede tildar de amparadores de revoltosos, puesto que sin ambages de ningún
género hemos combatido la obra de los agitadores, no sólo ahora sino desde
mucho tiempo atrás, hemos comprendido que el ataque injusto que el corresponsal
de Antofagasta hace al juez de Tocopilla, NO ES OTRA COSA QUE LA MANIFESTACION
ELOCUENTE DE QUE EN LA CABECERA DE LA PROVINCIA SE DESEA A TODA COSTA SACAR LA
CASTAÑA CON LA MANO DEL GATO, ES DECIR, QUE SEA AQUI EN TOCOPILLA DONDE
APAREZCA.
El que ha de quitarles
DE EN MEDIO AL PREDICADOR
SUBVERSIVO que opera como señor absoluto en la capital de la provincia, y NO SE
ATREVEN A HACERLE NADA.
Allí publica un diario que más
perjuicios ha causado y sigue causando a los obreros y TODAVIA NO HAN
ENCONTRADO la manera de ANULAR esa publicación ni la obra del agitador y sus
satélites.
Antes de desprestigiar las
autoridades y hablar sin conocer los hechos, SE DEBE OBRAR DE COMUN ACUERDO que
es lo que se necesita en la época porque atravesamos”.
Así habló el San Pablo de
Tocopilla.
Por eso repito, compañeros y
compañeras. ¡Ya puedo morir tranquilo y feliz!
Nuestros enemigos nos reconocen
sanos, honrados, tranquilos, respetuosos a la ley y ven que por eso no
pueden impedir nuestra patriótica obra ni atajar nuestra perseverante acción.
Como ellos no quieren que el
pueblo progrese y creen que necesitan anular nuestra obra, no pudiendo hacerlo
a la buena, lo hacen a la mala, y recurren a fabricar discursos y quien sabe
qué otras declaraciones.
Seguimos triunfando, porque la
verdad es lo único que triunfa.
¡Lo falso es siempre vencido!
La sinrazón de nuestros
perseguidores se desploma estrepitosamente en este proceso.
Ya puedo morir feliz y
tranquilo, porque mis gratuitos enemigos me confiesan mi honestidad intachable.
Luis E. Recabarren S.
Tocopilla, mayo de 1920
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