sábado, 5 de febrero de 2011

El trabajo es capital I


El Socialista, Punta Arenas, 26/07/1919
EL TRABAJO ES CAPITAL
Cada obrero es un accionista
Cosas necesarias que debe saber todo obrero y obrera, para que comprenda el valor de su trabajo
El obrero debe ser un hombre y no una bestia de trabajo
Todas las verdades demoran en reconocerse. La razón es sencilla. Un niño a medida que va creciendo o desarrollándose, que va viviendo y conociendo las cosas, poco a poco va conocién­dolas y comprendiendo la exactitud y verdad de su valor respectivo. Lo mismo pasa con la humanidad. Tarda en conocer la verdad y en conocer lo exacto, que sólo la experiencia, que sólo el buen juicio y la honradez enseñan. La clase capitalista, empedernida en su egoísmo here­ditario, aunque comprenda la verdad no quiere hoy reconocerla, y mucho menos lo hará mientras vea la debilidad proletaria.
Que el trabajo es un capital, y por lo tanto, cada obrero es un accionista, en toda clase de trabajos que se verifiquen, para muchos de nosotros es, cosa bien clara, indudable e indiscutible. Fatalmente, ningún patrón lo acepta, y muchos obreros no quieren comprenderlo por falta de inteligencia.
Que el trabajo es "el capital" de más valor e importancia es tan exacto, en verdad, que no costará mucho probarlo y comprenderlo. La máquina más prodigiosa que se haya inventado o que no pueda inventarse no producirá productos jamás "sin" la asociación del brazo humano. Debemos tomar en cuenta que para "toda" producción que pueda elaborar la máquina más prodigiosa que requiera el minimum de fuerza humana, para el máximum de producción ha de demostrar que "todos" los materiales que entran en esa elaboración "provienen" de la tierra, en cuya preparación intervienen e intervendrán fuerzas humanas.
Como "el trabajo" humano es insubstituible, irreemplazable, el trabajo humano tiene "un valor" especial que debemos caracterizar ¿Puede producir la máquina sola? No. ¿Puede produ­cir el brazo solo? Sí. No puede haber vacilación en las respuestas. El trabajo no solamente es "un valor", sino que es todavía el único factor en la producción que "valoriza" lo que produce, puesto que sin el trabajo del brazo humano —la acción más noble de la vida— es "imposible" la existencia de ninguna "cosa" sobre la superficie de la tierra. Ninguna maravilla del genio inven­tivo, del arte, ningún producto eficaz y exacto de las ciencias, ninguna concepción de la menta­lidad humana, podrá "ser", podrá adquirir forma, convertirse en hecho sin el trabajo humano, sin la indispensable acción del brazo, cuyo movimiento, desde lo más sensible y delicado a lo más potente, "dirige" indispensablemente el cerebro, por lo tanto, en toda operación que se realice van unidos talento y fuerza, cerebro y músculo.
La máquina más cara, la que cuesta más dinero, la que exija más capital, no valdrá "nada" si no la pone en movimiento la mano humana, que hace andar el motor y que trasmite el movimiento a la máquina. Esto es, para ponerla en movimiento. La máquina en movimiento no producirá "nada" si la mano humana no introduce en la máquina los materiales que se requieren para la producción que deba realizarse. ¿Es esto la verdad? ¿Podrá la máquina "elaborar" un producto sin la asociación del brazo humano? ¿Podrá el brazo humano, así sea el de un niño, dirigir o conducir el material [que] se elabora si la "inteligencia" —ese producto noble del cerebro— no entra en actividad para conducir la mano?
Ninguna máquina "produce", ni fabrica "nada" si para ello no intervienen el "músculo" y el "cerebro" del ser humano. La inteligencia más rudimentaria o atrofiada necesitará poco esfuerzo para comprender "esta exacta verdad" si se sabe explicarla. Bien. Siendo esto así, la clase capitalista no puede invocar ningún valor al capital empleado, ni atribuirle ninguna supe­rioridad sobre el valor del "trabajo", aunque sea el de un solo niño.
Comprobemos con la mayor exactitud posible esta verdad, de que solo "el trabajo humano", sea desempeñado por una niña, un hombre, una mujer o un anciano, cualquiera que sea la condición del que realiza el trabajo es esta sola fuerza es esta sola acción la que "valoriza" la máquina que se mueve y que trabaja y el producto que realiza. Ni máquina ni producto consti­tuyen "valor" sino cuando interviene el trabajo del ser humano. Una máquina ideal la más perfecta, por ejemplo, para hacer sombreros o zapatos, póngasela en movimiento y a su lado déjese los materiales necesarios, sin acompañar a la actividad de la máquina el "trabajo" del brazo y del cerebro humano y no se producirá nada.
Entonces, repetimos, es estrictamente exacto que sólo "el trabajo humano" da valor apreciable a la máquina, al material y al producto que resulta.
(Concluirá)

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